Fuenterrebollo,
al abrigo de sus pinares en invierno y a la sombra de los pinos más viejos en
verano, afronta el confinamiento con sus calles vacías, sólo se escucha el eco
de los pasos del vecino que seacerca a la tienda de Ana, al super de Blanca, a
la panadería de Celia o a la farmacia a por lo imprescindible; el murmullo de
las máquinas de las empresas que, aún a paso lento, se afanan por mantenerlo, o
el tractor de Ceferino que se reinventa a primera hora de la mañana y recorre
las calles desinfectando cada acera, cada fachada, deteniéndose con empeño en
el entorno de nuestras tiendas y la farmacia, sin descuidar el mobiliario
urbano.
María Reyes
Sanz.
Estas tareas de desinfección son llevadas a cabo a diario por los empleados del
ayuntamiento, quienes además reparten mascarillas a los vecinos junto con los
miembros de la corporación que mantienen un estrecho contacto realizando rondas
de llamadas para hablar con ellos y saber si necesitan algo y acercárselo para
evitar que salgan a la calle.
“Desde
el ayuntamiento nos preocupan mucho nuestros mayores y, aunque los que estamos
aquí, como es mi caso, tenemos más contacto con la gente y sabemos cómo están,
somos los propios miembros de la corporación los que hacemos, cada cierto
tiempo, rondas de llamadas para hablar con ellos, ver cómo se encuentran o si
necesitan algo”, explica Daniel Sacristán, concejal de Cultura, Deporte y
Juventud del ayuntamiento de Fuenterrebollo y presidente de la Asociación
Recreativo-Cultural Los Que Roban Lo Cavao de la localidad.
Asimismo,
esta Asociación ha ofrecido, desde el primer día, servicios de ayuda a los
mayores y a aquellas personas que por sus circunstancias lo necesitasen. “Tan
solo tienen que llamarme por teléfono y les llevo la compra de alimentos y
medicamentos”, añade Daniel Sacristán. “E incluso me han llamado para ir a
Cantalejo a comprar alimentos para los animales porque aquí no tenemos tienda
que venda esos productos”.
Desde
la Asociación se está participando en el Batallón de Costura de nuestra
provincia que precisaba de la colaboración de personas con máquinas de coser
dispuestas a confeccionar batas y mascarillas para el personal sanitario.
Actualmente
hay más de 20 personas, entre hombres y mujeres, confeccionando este material
que es recogido por el concejal casa por casa, llevado a Cantalejo donde se
desinfecta y repartido entre hospitales y residencias. “Si se quedan sin
material o les falta algo, me llaman y se lo acerco a casa. Además, el
ayuntamiento se va a dotar de material para poder coser mascarillas para el
pueblo y atender las situaciones de los vecinos según sus necesidades”.
El
consistorio de la localidad mantiene a disposición de los vecinos el material
de la Biblioteca Municipal ofreciéndose su personal a llevarles libros,
revistas o DVD. Este año la Biblioteca ha celebrado el Día del Libro
acercándose a las casas y “obsequiando a los más pequeños con un libro, unas
pinturas y unas bolsas de chuches como reconocimiento a la labor que están
haciendo y el ejemplo que están dando”, cuenta Daniel Sacristán.
“Durante
este mes de confinamiento, a parte de las actividades del día a día, nos hemos
visto obligados a suspender eventos como el festival “Aquí hay teatro”,
musicales como el programa “Distrito 921”, las procesiones y actividades de
Semana Santa, la Feria de Abril, y las que se sucederán en los próximos meses,
porque ahora la actividad más importante que tenemos que hacer es quedarnos en
casa, ser fuertes y cuidarnos mucho”, apunta el concejal. “Desde el 3 de abril
las banderas del ayuntamiento y del colegio ondean a media asta en señal de
luto por todos los fallecidos por el coronavirus”.
Cada
tarde a las ocho los vecinos salen a sus ventanas a aplaudir y en algunos
barrios se pone música para animar y amenizar el confinamiento. Este homenaje
de agradecimiento a aquellos que nos cuidan y velan por nuestra seguridad se
hace extensivo “a la labor que hace nuestra farmacia; nuestras tiendas; las
personas que están cosiendo el material de protección; a las empresas y bares
que han tenido que cerrar; a las empresas que siguen prestando sus servicios; a
los agricultores y ganaderos por su esfuerzo; a nuestros vecinos por su
comportamiento y, especialmente, a los niños por su ejemplo”.
Desde
el confinamiento “hemos intentado estar activos en las redes sociales, subiendo
vídeos del pueblo y animando a participar mandando fotos de sus torrijas y
rosquillas tan típicas en Semana Santa, para intentar estar todos un poco más
cerca, para que, aunque algunos estén lejos del pueblo, sigan en contacto y
participando con él”, cuenta el concejal de Cultura.
El
silencio de nuestras calles y el eco de los pasos; las máquinas de coser
ansiosas por avanzar; el tractor que cada mañana te recuerda que no estás solo
y las bolsas de la compra en la puerta que lo evidencian; el libro que te
invita a viajar estos días de quietud; ese agradecimiento que estalla a las
ocho cada tarde y ese triste ondear de las banderas son una muestra de la
difícil realidad que estamos viviendo juntos, como se hace todo en este pueblo,
y por ello, juntos volveremos a mirarnos a los ojos, a enjugar la pena y a
regalarnos una sonrisa con la que caminar, juntos.
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